Pocas ocasiones tengo de pararme frente a la televisión desde hace seis años camino de siete. Pero en los últimos meses he llegado a ver dos fenómenos: Sálvame y La Voz. Sobre el primero sólo puedo decir que cualquier programa de Telecinco de los noventa al que se acusara de basura era un ejemplo de fomento de la cultura y las buenas maneras.
De lo que me interesa hablar es de Operación Voz. Esto es así porque hay más elementos que unen a Operación Triunfo de La Voz aunque pudiera parecer que ambos programas tienen unas diferencias esenciales. No es así, las diferencias son formales, pero el fondo es el mismo.
Las diferencias, los participantes pueden ser de cualquier edad y estilo musica, no deben convivir, no se muestran (en teoría) sus miserias diarias, el jurado está compuesto por profesionales de la música y no por productores o Ristos.
Las semejanzas, Jesús Vázquez (cuándo dejará de creerse joven este talludo presentador) como maestro de ceremonias esta vez en el ring, un público que aclama continuamente a quienes pasan por el escenario y la forma en que se valora a los cantantes.
En Operación Triunfo lo habitual era que el deshoje de concursantes se hiciera bajo el siguiente criterio que pongo como ejemplo: Hola Mariano, has estado muy bien, te llevas estupendamente con tus compañeros, se nota que eres buena persona, cantas como los ángeles, lástima, tu estilo no nos gusta, es verdad que el público te aclama y que no has parado de recibir mensajes de apoyo, pero te tenemos que decir que no puedes seguir. El hombre se desmorona por un momento, pero luego dice unas palabras de agradecimiento para el público, para los compañeros, para el jurado, para los espectadores y para su familia. Mientras hace esto, pìenso que se cagaba en los muertos del injusto jurado y en todas sus generaciones anteriores y posteriores.
Llegaba la otra forma de juzgar: Hola Silvia, has estado de pena, has desafinado como nunca, tus compañeros no soportan tu imposible carácter, hemos observado que en este tiempo no has aprendido nada, pero ese estilo medio flamenco que tú tienes nos emociona, te vamos a dar otra oportunidad. La chica agradece y todo sigue hacia adelante según este patrón.
Lo curioso es que observando esta forma de juzgar se puede llegar a dos consecuencias, que el ganador será la peor persona y cantante del concurso y que se transmite al espectador la sensación de que de nada vale tener aptitudeso favorecer la convivencia porque el absurdo criterio de un jurado te hará fracasar, mientras que si eres un zote malvado sin ningún talento es muy probable que salgas adelante. Como ejemplo está muy mal, pero es un reflejo de la vida.
En la voz se sigue el mismo esquema. Cantantes válidos son despreciados por medio de unos juicios de los cantanates/jurados como que cantas mejor, pero el otro me ha llegado más, te debía elegir a ti, pero la otra tiene algo. Eso es todo. Pueden demostrar los candidatos tener más voz, no desafinar, poseer auténtico talento, pero tener ese yo qué sé que qué sé yo que hace que Rosario Flores o Bisbal decidan al otro contendiente.
Espero no tener que sufrir en más bares uno de esos programas antes de que me enganche.
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